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San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen María-19 de marzo

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Cada 19 de marzo la Iglesia resplandece de gozo al celebrar la Solemnidad de San José, casto Esposo de la Santísima Virgen María y Padre adoptivo del Hijo de Dios. Es también Patrono de la Iglesia universal, entre tantos otros títulos con los que es invocado.

Origen de esta Solemnidad

Desde antiguo, San José ha sido venerado en diversos lugares como casto Esposo de la Bienaventurada Virgen María. Desde el año 1480 el Sumo Pontífice Sixto V estableció el 19 de marzo como fecha litúrgica para honrar de modo especial al Santo. Tiempo después, en 1621, el Papa Gregorio XV erigió esta celebración como obligatoria. Fue proclamado Patrono de la Iglesia universal en 1870 por el Papa Pío IX.

Santos y Pontífices de todas las épocas han manifestado profunda devoción por el Glorioso Patriarca San José, quien, después de María Santísima, es el Santo que mayor veneración despierta en el corazón de la Iglesia.

San José en el designio de Dios

Muy poco nos revela el Evangelio acerca de este glorioso santo. No conocemos ni una palabra suya. Su vida transcurrió silenciosa y oculta, lejos del ruido del mundo.  Y, sin embargo, fue el varón justo a quien  Dios le confió la especialísima  misión de proteger y guiar a la Sagrada Familia, como Padre adoptivo del Hijo de Dios y casto esposo de la Santísima Virgen María.

La Sagrada Escritura nos dice que era hombre justo, es decir, Santo (Cf. Mt 1, 19-20). Este título “expresa el compendio de todas las virtudes y la suma de todas las perfecciones cristianas. El santo doctor Máximo nos dice lo mismo: <<Queréis saber por qué José es llamado justo? Porque poseía la perfección de todas las virtudes>>1,y conformó su vida sin reservas a la amorosa Voluntad Divina2.

San José tuvo un papel muy importante en el plan de Salvación. Como la sombra de Dios Padre3, veló con cuidado paternal sobre Jesús, antes de que comenzara su vida pública.

Estuvo allí, en Belén, cuando Cristo nació en un humilde pesebre, presenciando la adoración de los pastores y los Magos.  Presentó también al Niño en el templo, siendo testigo de las profecías del anciano Simeón sobre Cristo y la Virgen Santísima. Más tarde, condujo a la Sagrada Familia a Egipto, a través del desierto, para preservar al Niño de la amenaza de Herodes, que lo buscaba para darle muerte. 

San José es un ejemplo admirable de obediencia pronta y confiada a la Voluntad de Dios. Fiel custodio del Redentor, ofrendó por entero su vida al servicio de Jesús y de María con amorosa abnegación. Tuvo la dicha de morir en sus brazos. Por tan gozosa muerte es venerado como patrono de los moribundos.

La intercesión de San José

Así  como aquí en la tierra, custodió fielmente a la Sagrada Familia, ahora desde el cielo asiste y protege a la Iglesia universal, como a aquellos que le invocan con devoción: “a todos alcanza la acción protectora de este ‘varón fiel y prudente, a quien el Señor puso al cuidado de su Familia’ de Nazaret y de su Iglesia”4. Santa Teresa de Jesús, por ejemplo,  da cuenta de los innumerables favores que recibió por su poderosa intercesión. Escribe la Santa doctora de la Iglesia:

“Tomé por abogado y señor al glorioso San José, y me encomendé mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad, como de otras mayores de honra y pérdida de alma, este padre y señor mío me sacó, con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer.

Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así del cuerpo como del alma; que a otros santos parece les dio el Señor la gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso santo, tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender, que así como le fue sujeto en la tierra, así en el cielo hace cuanto le pide.”5 

Patrono de los trabajadores

El Glorioso Patriarca San José, es propuesto como patrono y modelo de los trabajadores. Durante su vida,  se aseguró día a día de mantener con su oficio de carpintero a la Sagrada Familia que Dios Padre había puesto bajo su especial cuidado. El mismo Cristo aprendió esta noble labor al lado de San José.

El magnífico libro “Los silencios de San José”, nos describe así el empeño del Santo en su trabajo:

“Amaba su oficio y lo conocía a fondo. Lo había estudiado y lo había ejercido con la misma meticulosidad con que escrutaba la Ley de Dios. Sabía que ante el Señor el trabajo no solo es una exigencia, sino también un motivo de orgullo, algo noble y redentor; que lejos de considerarlo una esclavitud, hay que verlo como una forma de oración, como un medio de encontrar a Dios y, a la vez, ganarse el pan y la salvación.”6

San José nos muestra que nunca hay que perder de vista el sentido sobrenatural que posee el trabajo. No es solo un medio para resguardar la subsistencia: ofrecido a Dios, el trabajo abnegado es también un modo concreto de santificación y de servicio a los demás.

El Glorioso Patriarca cumplió la voluntad de Dios a través de su labor abnegada y silenciosa. Tomémosle como ejemplo a la hora de emprender nuestros trabajos, para realizar con empeño nuestra tarea, a mayor gloria de Dios y servicio del prójimo. La fiesta de San José Obrero, Patrono de los trabajadores, fue instituida por el Papa Pío XII en 1955, y es celebrada cada 1 de mayo.

Oraciones a San José

-“Glorioso Patriarca San José”

 Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección, las situaciones tan serias y difíciles que te encomiendo, a fin de que tengan una feliz solución.

Pausa-petición

Mi bien amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, puesto que tú puedes hacer todo ante Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén

-“A ti, bienaventurado José” (del Papa León XIII)

A ti, bienaventurado José, recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.

Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.

Protege, providente custodio de la Divina Familia, a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.

Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.

Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.

Letanías de San José

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Trinidad Santa, que eres un solo Dios,
Santa María, ruega por nosotros.
San José,
Ilustre descendiente de David,
Luz de los Patriarcas,
Esposo de la Madre de Dios,
Custodio del Redentor,
Casto custodio de la Virgen,
Padre adoptivo del Hijo de Dios
Celoso defensor de Cristo,
Siervo de Cristo,
Ministro de la Salvación,
Cabeza de la Sagrada Familia,
José justísimo,
José castísimo,
José prudentísimo,
José fortísimo,
José obedientísimo,
José fidelísimo,
Espejo de paciencia,
Amante de la pobreza,
Modelo de los trabajadores,
Gloria de la vida doméstica,
Custodio de las vírgenes,
Sostén de las familias,
Apoyo en las dificultades,
Consuelo de los desdichados,
Esperanza de los enfermos,
Patrono de los exiliados,
Patrono de los afligidos,
Patrono de los pobres,
Patrono de los moribundos,
Terror de los demonios,
Protector de la Santa Iglesia,

Uno: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Todos: Perdónanos, Señor.
U: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
T: Escúchanos, Señor.
U: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
T: Ten piedad de nosotros.

U: Lo nombró administrador de su casa,
T: Y señor de todas sus posesiones.
U: Oremos. Dios, que en tu admirable providencia elegiste a San José para ser esposo de la Santísima Madre de tu Hijo, concédenos como intercesor en el cielo, a quien veneramos como protector en la tierra. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

¡Glorioso Patriarca San José: a ti acudo, que no sea en vano!

  1. Id a José.(2004). Traditions Monastiques, p. 35 ↩︎
  2. Cf. Id a José.(2004). Traditions Monastiques, p. 72 ↩︎
  3. Cf. R.P. Andrés Azcárate, OSB. (1955). Nota litúrgica a San José, Esposo de la Sma. Virgen en Misal diario para América. Editorial Guadalupe, p. 1095 ↩︎
  4. R.P. Andrés Azcárate, OSB. (1955). Nota litúrgica a la Solemnidad de San José en Misal diario para América. Editorial Guadalupe, p. 582 ↩︎
  5. Santa Teresa de Jesús. Libro de la vida, 6,6 ↩︎
  6. Gasnier, M. (2009). Los silencios de San José, Palabra, p. 18 ↩︎

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