Nil canitur suavius,
Nil auditur jucundius
Nil cogitatur dulcius,
Quam Jesus, Dei Filius (1)
I. ¿Qué significa Alma Eucarística?
Alma eucarística significa alma amante de la Eucaristía o de Jesús Sacramentado.
La vida eucarística, moralmente, considerada, como la consideramos aquí, quiere decir, en general, enamoramiento eucarístico, siendo propia de aquellas almas afortunadas, que viven en la tierra consagradas del todo a Jesús Sacramentado. O hablando con más precisión, la vida eucarística es aquel movimiento interior, libre y sobrenatural, que impele habitualmente al alma justa hacia la santa Eucaristía, como a su alimento cotidiano, a su centro delicioso y a su santificación especial, Explicaremos, una por una, las palabras de la definición. Hemos dicho que la vida eucarística es:
a) un movimiento interior, porque cualquier acto vital es esencialmente un movimiento interno;
b) libre, porque es un acto voluntario y meritorio;
c) sobrenatural, porque se hace con el auxilio de la gracia divina;
d) que impele, porque la vida eucarística es vida de amor, y el amor importa esencialmente un peso o inclinación hacia el bien amado;
e) habitualmente, porque un acto solo, o actos aislados, no forman la vida, en cuyo concepto entra necesariamente la idea de hábito, es decir, de firmeza y estabilidad;
f) al alma justa, porque un alma pecadora, mientras va en ese estado, es imposible que pueda ser alma eucarística;
g) hacia la santa Eucaristía, porque es propio de ella el objeto divino que especifica aquel movimiento e inclinación habitual del alma justa, la cual, por esto mismo, se llama eucarística;
h) y la Eucaristía, no considerada simplemente en sí misma, ya que todo cristiano debe aspirar a la Eucaristía como tal, sino considerada principalmente como alimento cotidiano del alma eucarística, que vive de la Eucaristía; como centro delicioso, porque vive sólo para la Eucaristía; y como santificación especial, porque la Eucaristía forma la fisonomía espiritual, o el carácter distintivo de la perfección del alma eucarística.
II-Almas Eucarísticas, Culto Eucarístico y Devoción Eucarística
Por la definición que hemos dado, se ve claramente, que no todo culto a la Eucaristía es vida, ni toda alma devota del Santísimo Sacramento es alma eucarística. Mas cuando ese culto ha llegado a ser verdadero enamoramiento, esto es, una verdadera necesidad del corazón, sentida y favorecida, un deseo ardiente, una aspiración incesante, una atracción habitual, una especie, digámoslo así, de respiración, entonces sólo el culto a la Eucaristía es verdadera vida, y el alma verdaderamente eucarística.
Se comprende desde luego, que también en la vida eucarística se dan grados de perfección, y que en ello el superlativo no excluye el positivo, como después veremos. Sin embargo, cualquiera que sea su grado de perfección, se ha de tener como cierto, que cuando el amante puede decir a Jesús Sacramentado, con verdad, estas hermosas palabras de la Imitación de Cristo: Deus meus, amor meus, tu totus meus et ego totus tuus, Dios mío, amor mío, Tú todo mío y yo todo Tuyo (2); o estas otras: Tú solo eres mi manjar, mi amor, mi gozo, mi dulzura y todo mi bien (3), entonces vive verdadera vida eucarística; entonces solo es alma verdaderamente eucarística. En el amor, pues, habitual, ardiente, a Jesús Sacramentado está puesta toda la esencia de la vida eucarística; y esto nunca lo debemos olvidar.
III-El Sol Eucarístico
Bastaría lo dicho hasta aquí para dar a entender los conceptos de vida y de alma eucarística; pero, con el fin de aclararlos mejor, añadiremos una semejanza.
Lo que la tierra es con respecto al sol, eso mismo es el alma eucarística con respecto a Jesús Sacramentado. Como sabemos, Jesús, en el Sacramento de su amor, es el sol de las almas eucarísticas, las cuales son sus planetas espirituales. La tierra vive por el sol, y toda su vida consiste en girar en rededor del mismo, que es su centro de atracción perpetua. Y girando en torno de él, recibe cinco grandes beneficios, a saber: luz, calor, vida, pureza, hermosura, en una palabra, todo lo que tiene de bueno, de bello y precioso. El místico planeta que gira alrededor de Jesús Sacramentado, es el alma eucarística, la cual hace consistir toda su vida en girar en torno del Santísimo Sacramento, su Sol divino, su centro, su todo. En torno de Él giran sus pensamientos, amores y ocupaciones; en torno de Él, las penas y las alegrías, los días y las noches, las horas y los momentos: todo se mueve suavísimamente alrededor de Él, sin que el alma llegue nunca a afanarse ni cansarse.
Pero no de manera que ni otros pensamientos ni amores entren en la mente y corazón eucarísticos. Pues así como en Belén, además de la Virgen Santísima y el Patriarca San José, fueron admitidos los pastores y los Magos, así también en un alma eucarística es admitido todo lo que es digno de Jesús; y es digno de Jesús todo lo que por Él es querido. Solamente en aquello no piensa el alma eucarística que es indigno de Jesús; eso es lo único que no ama, ni ejecuta, lo único que no permite gire consigo en torno del Santísimo Sacramento, lo único, en fin, que rechaza, como únicamente los profanadores del templo fueron arrojados de él por Jesucristo. Por consiguiente, en todo lo que es digno de Jesús, piensa el alma eucarística, lo ama y hace, mas ordenándolo todo a su Sol divino y haciéndolo constantemente girar con ella en torno de Jesús Sacramentado.
IV-Santa Gertrudis y otros girasoles eucarísticos
Un día Santa Matilde mereció entender, en visión, cuál fuese el tenor de vida que hacía Santa Gertrudis. Vio, pues, a Jesucristo sentado en el medio, y a Gertrudis que giraba en rededor de Él. Con las manos trabajaba, sin volver nunca las espaldas a su Amado; su rostro lo tenía inmóvil, vuelto de continuo hacia la faz de Jesús, en torno del cual giraba y volvía a girar, trabajando siempre, sin pararse ni cansarse nunca.
La tierra que gira en torno del sol, es Gertrudis que da vueltas alrededor de Jesús, es cualquier alma eucarística que vive girando en torno del Santísimo Sacramento. Y así como lo que tiene la tierra, lo tiene por el sol; así también el alma eucarística todo lo que es y tiene, lo recibe de su hermosísimo Sol, que es Jesús Sacramentado
Entre las plantas llaman nuestra atención los girasoles, que tienen siempre vuelta su corola hacia los rayos del sol. En el jardín espiritual los verdaderos girasoles son las almas eucarísticas, las cuales viven del Sol Eucarístico. Y así como un ser cuanto está más cercano a su principio, tanto más participa de él; de la misma manera el alma eucarística, siendo la más expuesta y la más próxima al Sol eucarístico, es también por él la más beneficiada. En la Iglesia y en el mundo, las almas más iluminadas y resplandecientes son las almas eucarísticas, pero su luz les viene del Tabernáculo; ellas son las más robustas y lozanas, pero su fuerza la sacan toda del Tabernáculo; ellas, en fin, son las más hermosas y bellas, pero su esplendor no es más que un reflejo del Tabernáculo.
¡Que el Sol Eucarístico nos atraiga siempre ante su Presencia!
¡Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, ruega por nosotros!
Notas
(1) Himno del Santísimo Nombre de Jesús: Nada se oye que dé más regocijo, /Nada puede cantar la voz más suave,/ Nada pensar más dulce el hombre sabe,/ Que Jesús, amoroso de Dios Hijos.
(2) Lib. VIII, cap. V: n° 5.
(3) Lib. IV, cap. XVI: n° 2.
Fuente:
De Castellammare, Antonino (O.M.Cap). El Alma Eucarística: Quién es, cómo se conoce y cómo se forma. (M. M. de Caravajal, trad.) 4° ed.