
“No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo sus peticiones se den a conocer a Dios mediante la oración y la súplica, acompañadas de acción de gracias.” (Flp 4, 6)
Al llegar al último día del año, es justo expresar nuestra gratitud al Señor por todas las gracias y beneficios recibidos de sus manos durante este tiempo. Además, es un momento propicio para reflexionar con serenidad sobre cómo ha ido nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios en esta etapa que concluye.
Por otra parte, es una preciosa ocasión para pedir nuevas gracias para el año que comienza.
Con este fin, les proponemos la siguiente oración1:
Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año queremos darte gracias por todo aquello que recibimos de ti.
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrecemos cuanto hicimos en este año, el trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con ellas pudimos construir.
Te presentamos a las personas que a lo largo de estos meses quisimos, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a nosotros y los que estén más lejos, los que nos dieron su mano y aquellos a los que pudimos ayudar, con los que compartimos la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor, hoy queremos pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración que poco a poco se fue aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos los olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.
A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo tú sabes si llegaré a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso. Amén.
Se puede rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria
Oraciones con indulgencia plenaria
Modo de ganar la indulgencia plenaria el 31 de diciembre y el primero de enero
La Santa Madre Iglesia otorga indulgencia2 plenaria a los fieles cristianos que reciten solemnemente algunas oraciones especiales con ocasión de concluir e iniciar un nuevo año3.
Tengamos presente que “hay tres condiciones necesarias para obtener una indulgencia plenaria: ‘se requiere la ejecución de la obra enriquecida con la indulgencia y el cumplimiento de las tres condiciones siguientes: la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Romano Pontífice. Se requiere además, que se excluya todo afecto al pecado, incluso venial…‘”.4 Por otra parte, “es importante tener en cuenta que una sola confesión sacramental es válida para obtener varias indulgencias plenarias. Sin embargo, con una sola comunión sacramental y una oración por las intenciones del Papa solo se obtiene una indulgencia plenaria. La condición de rezar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple con un Padrenuestro y un Avemaría Además, le es concedido a los fieles rezar otra fórmula según su devoción…Además, las mencionadas tres condiciones necesarias para ganar una indulgencia plenaria se pueden cumplir dentro de ocho días antes u ocho días después de realizar la obra indulgenciada, pero es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Papa sean realizadas el mismo día que la obra indulgenciada… Recordemos que se puede ganar una sola indulgencia plenaria por día.”5
Oraciones indulgenciadas
Se concede a los fieles cristianos que, el 31 de diciembre, participen en el canto o el rezo solemne del himno Te Deum en una iglesia u oratorio, como acción de gracias por el año que finaliza6.
Te Deum
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos,
los cielos y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los Apóstoles,
la multitud admirable de los Profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra, te proclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.
Asimismo, se concede indulgencia plenaria a los fieles cristianos que, el primer día del año, participen en el canto o el rezo solemne del himno Veni Creator7 en una iglesia u oratorio, invocando la ayuda de Dios para el año que comienza.
Veni Creator
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne,Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo mal.Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.
No olvidemos nunca que en esta tierra solo estamos de paso hacia la Eternidad. Pidamos confiadamente a la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, que nos libre de todo aquello que nos aleja de Él. Implorémosle que nos cubra con su maternal manto, para que cada año y cada momento de nuestra vida sean un escalón hacia el gozo inefable del Cielo.
- Se ha seguido principalmente la versión ofrecida por ACI Prensa ↩︎
- ¿Qué es una Indulgencia? “La indulgencia es ‘la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en lo referente a la culpa que gana el fiel, convenientemente preparado, en ciertas y determinadas condiciones, con la ayuda de la Iglesia, que, como administradora de la redención, dispensa y aplica con plena autoridad el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos.’ (Indulgentiarum doctrina, Norma 1). De este modo, a través de la indulgencia, el castigo temporal de nuestros pecados ya perdonados que debemos purificar en esta tierra o en el Purgatorio, es remitido en atención a los méritos de Cristo y de los santos, en virtud de la comunidad de bienes espirituales fruto de la Comunión de los Santos. Este tesoro espiritual de méritos, que la Iglesia dispensa con la autoridad que Cristo otorgó a los Apóstoles y a sus sucesores, ‘no es una especie de suma de los bienes, a imagen de las riquezas materiales, que se van acumulando a lo largo de los siglos, sino que es el infinito e inagotable precio que tienen ante Dios las expiaciones y méritos de Cristo, ofrecidos para que toda la humanidad quedara libre del pecado y fuera conducida a la comunión con el Padre; es el mismo Cristo Redentor en el que están vigentes las satisfacciones y méritos de su redención. A este tesoro también pertenece el precio verdaderamente inmenso e inconmensurable y siempre nuevo que tienen ante Dios las oraciones y obras buenas de la bienaventurada Virgen María y de todos los santos, que, habiendo seguido, por gracia del mismo Cristo, sus huellas, se santificaron ellos mismos, y perfeccionaron la obra recibida del Padre; de suerte que, realizando su propia salvación, también trabajan en favor de la salvación de sus hermanos, en la unidad del Cuerpo místico.‘ (Indulgentiarum doctrina, n°5). Hay dos tipos de indulgencias: la parcial y la plenaria. La primera perdona una parte de la pena temporal. La indulgencia plenaria, en cambio, perdona la totalidad de las penas temporales acumuladas desde el Bautismo hasta el momento de ganar dicha indulgencia.” (Fervor Católico) ↩︎
- Según lo dispuesto en el manual de indulgencias vigente (Enchiridion Indulgenciarum cuarto editur,1999) ↩︎
- Fervor Católico ↩︎
- Ibidem ↩︎
- Texto original en latín y su versión traducida al castellano ↩︎
- Texto traducido del latín por EWTN ↩︎